Parábola de los diez leprosos

 

Lectura del Evangelio de Luca 17, 11-19.

 

11 Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. 12 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: 13 ¡Jesús, Maestro, ελέησον ημάς eléison-nos o ten misericordia de nosotros! 14 Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron sanados y limpiados. 15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió,  glorificando a Dios a gran voz, 16 y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. 17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? 18 ¿No hubo quien volviera a dar gracias y gloria a Dios sino este extranjero?  19 Y le dijo: Levántate, anda; tu fe te ha salvado.

 

clip_image001


 

«Κύριε ελέησον»  “Kirie eleison” es una calificación general de cada necesidad mía, de cada caso mío, de lo que me pasa y de lo que quiero y como no sé lo que voy a pedir, entonces digo a Dios, eleisón me” o “kirie eléison”,  y Él sabe lo que me va a dar. Eléison significa ten compasión, caridad, misericordia, sanación, ayuda, alivio, consuelo… No tiene nada que ver con piedad que muchos lo traducen en castellano. Piedad en griego es ευσέβια (efsevia) de aquí viene el nombre Eusebio, piadoso en castellano o latino.

«ΕΥΧΑΡΙΣΤΙΑ» efjaristía es gratitud, agradecimiento. Palabra compuesta por ef=bueno y jaris=gracia y favor. El verbo es ευχαριστώ (efjaristó), agradezco y gracias. Con mayúscula se refiere al Misterio de la Divina Efjaristía o Comunión que se hace en la Divina Liturgia.

Hemanos míos,

El comportamiento de los nueve leprosos sanados, fue que no regresaron a agradecer a Dios por esta donación y compasión. Esto provocó la queja de nuestro Señor. Con motivo de la ingratitud de los nueve leprosos, comentaremos algo sobre nuestra εὐχαριστία (efjaristía, gratitud) a Dios por las donaciones que disfrutamos legalmente en nuestra vida, que es un deber espiritual nuestro.

Toda la Santa Escritura expone la rica donación de Dios al género humano generalmente, pero también a cada uno de nosotros separadamente. Se refiere en aquellas donaciones de Dios, a esas acciones que llegó el Dios Triádico por agapi=amor increado y caridad hacia el hombre probado. Todas estas acciones son un carisma o don, es decir, el Dios por estas donaciones no espera la recompensa de nosotros.

El encuentro del hombre con el Dios, no le pone simplemente ante lo Absoluto. Sino que perfecciona y metamorfosea su vida. Muestra de este perfeccionamiento del hombre es también el agradecimiento a Él del cual provienen “toda donación buena y todo regalo perfecto”. Nuestro “gracias” se ve en la correspondencia en esta progresiva y continua jaris (gracia energía increada y regalo) que un día llegará a la plenitud de la vida en Cristo. Esta praxis (acción) de gratitud significa la concienciación de las donaciones de Dios; significa la forma más pura de una psique (alma) que queda extática ante esta grandeza del regalo divino.

La praxis de gratitud, es decir, agradecer a Dios por Sus donaciones o regalos, es una cualidad de los hombres creyentes. Constituye la correspondencia fundamental religiosa de la criatura que descubre dentro del estremecimiento de alegría y asombro algo de Dios, algo de Su grandeza, algo de Su doxa (gloria, increada luz de luces). El principal pecado de los idólatras según apóstol Pablo es que: “…a Dios no le alabaron o glorificaron ni agradecieron como Dios” (Rom 1,21).

 

1) La praxis de gratitud del Señor.

El Evangelista Juan ya desde los primeros versículos de su Evangelio revela que el Cristo, como perfecto θεάνθρωπος (zeánzropos, dios y hombre), primero Él y en el nombre de todos los hombres, es decir, como representante de ellos, ofreció a Dios Padre su praxis perfecta de gratitud en Su vida entera. O sea, dijo unas gracias grandes a Dios en nombre de todo el género humano, le glorificó y confesó nuestra gratitud en Él.

Nuestro Señor agradeció al Triádico Dios y Padre de todos los creyentes; expresó nuestra correspondencia a la jaris y regalo que el Dios dio para que se lo ofrezcamos. Nuestro Señor, el θεάνθρωπος (zeánzropos, dios y hombre) es donación, regalo de Dios en nosotros “pleno de jaris (gracia, energía increada).

Simultáneamente el Cristo es también nuestro “gracias” o “nuestro agradecimiento” a Dios Padre.

El gesto más heróico del Señor, por el cual fue expresada nuestra gratitud hacia el Dios Padre, fue el sacrificio al Dios Triádico, para santificar, divinizar a los que creen y son sus discípulos. En la Cena Mística y en la Cruz, nuestro Señor revela la razón de Su vida y muerte. Todo lo efectúa como una praxis de gratitud filial de su corazón. Jesús Cristo necesita su pasión y su muerte para glorificar y agradecer plenamente a Dios Padre (Jn 17,1). Pero también toda su vida es una praxis incesante de gratitud, que algunas veces se manifiesta clara y oficialmente para atraer a los hombres a creer y agradecer juntos con él a Dios (Jn 11,42).

 

2) La praxis de efjaristía gratitud de nuestra Iglesia.

Nosotros los Cristianos creemos que:  Sólo el Jesús Cristo es nuestra gratitud la única merecedora de Dios Padre. Él solamente es nuestra doxología. Primero Él agradece a Dios-Padre y los cristianos después de Él y por Él.

«Δι’ Αὐτοῦ, μετ’ Αὐτοῦ καί ἐν Αὐτῷ Por Él, con Él y en Él ».

Como tenemos conciencia de todas las donaciones de Dios a nosotros, las mencionamos, es decir, cada vez que celebramos la divina Liturgia: “Recordado …también todo lo que se hizo por nosotros” es decir, “La Crucifixión, el Sepulcro, La Resurrección después de tres días, la Ascensión, la entronización a la derecha del Padre, la segunda y gloriosa presencia. De lo tuyo te ofrecemos siempre y para siempre”.

Con la divina Liturgia agradecemos a Dios Triádico «para todas estas cosas te agradecemos y por el Hijo Unigénito y tu Espíritu Santo, por todo lo que conocemos y no conocemos, las visibles e invisibles beneficencias que se han hecho para nosotros». Por eso la Divina Liturgia se llama también divina Εὐχαριστία (Efjaristía).

Después de todo esto surgen unas conclusiones que nos marcan algunas tareas como:

a) La participación en la Divina Liturgia es nuestro deber principal. Dentro en la Divina Liturgia separadamente cada uno de nosotros y también toda la Iglesia en su conjunto agradecemos a Dios Triádico y Padre nuestro, por todo lo que hizo, hace y hará por nosotros sus hijos. Nuestra participación en la Divina Liturgia nos es una actividad segundaria sino una praxis esencial de gratitud. Aún debemos conocer que nuestro Señor nos dio este mandamiento; es decir, cuando queremos agradecer a Dios Padre, sólo dentro en la Divina Liturgia lo podemos hacer. Por lo tanto, sólo la Divina Liturgia el Dios acepta y recibe la por excelencia praxis de efjaristía=gratitud de nosotros hacia Él.

Entienden, pues, qué gran deber incumplen aquellos que no van asiduamente en la Iglesia, qué obligación y tarea no realizan los que vienen con prisas y típicamente en la Divina Liturgia.

Hermanos míos, por muchas veces que celebremos la Divina Liturgia para agradecer a Dios por todas sus donaciones, siempre serán pocas. Nuestros Santos habían llegado a tal estado espiritual, de modo que sus vidas enteras eran una divina efjaristía=gratitud. En sus psiques sentían las donaciones de Dios y sus corazones se alteraban de la alegría de la doxología y la efjaristía=gratitud hacia Dios.

b) También agradecemos a Dios cuando creemos en Él y aceptamos todo lo que hizo por nosotros.

c) Finalmente agradecemos a Dios con nuestra vida santa. Cuando cumplimos sus mandamientos. Cuando vivimos de acuerdo con su voluntad. Cuando luchamos para corresponder a su agapi y sus favores.

En el libro Apocalipsis, Juan el Evangelista nos enseña que la vida eterna será una praxis de efjaristía agradecimiento de las creaciones hacia el Creador, de los hijos hacia su Padre. En la Jerusalén celeste, mientras que la obra redentora del Señor habrá terminado, la praxis de efjaristía (gratitud) se transformará en doxología pura de la doxa=gloria de Dios. Estaremos viviendo dentro en la grandeza deslumbrante de Dios y sus milagros eternos.

Archim. Kalínikos Nikolau- Santa Metrópolis de Kesarianí Atenas.

“Y él era samaritano”

16 «y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano».

Entre las lecciones que podemos sacar de la parábola de los diez leprosos del Evangelio de Lucas hoy son también las siguientes: Que los auténticos hijos de Dios aún se encuentran allí donde ni lo podemos imaginar. En un ambiente malo, en lugares alejados de su Jaris (gracia, energía increada). Y a menudo uno allí encuentra psiques que realmente sienten a Dios; en cambio al contrario, no las encuentra entre los que se supone que son piadosos y fieles.

El deber de gratitud no lo sintieron los otros nueve leprosos que eran judíos. Lo sintió solamente el samaritano, el de otra raza, aquel que para los judíos era desheredado de la verdadera religión, es decir, una psique perdida.

Pero exactamente esta psique ofrece al Hijo de Dios lo debido, siente su deuda, él le glorifica y le agradece.

Exactamente esta psique corresponde con agapi a la agapi (amor, energía increada) de Dios. ¿Cuál, queridos hermanos, es el primero y el mayor mandamiento de Cristo? Todos lo conocéis: “Amar a Dios con toda nuestra psique, con todo nuestro espíritu, con todo nuestro corazón y con toda la energía de nuestra voluntad y al prójimo como a nosotros mismos”.

Si no cumplimos este mandamiento también cometemos el mayor pecado. ¿Acaso cuántos de nosotros hemos confesado alguna vez este pecado?

¿Y quiénes vemos dentro en el Evangelio que el Señor presenta como ejemplos ante este gran y puntal mandamiento suyo? Dos samaritanos, es decir, dos psiques que, para el pueblo escogido de Dios, pertenecían al mundo del engaño y del pecado. El primer samaritano es este que tenemos ante nuestros ojos en la lectura Evangélica de hoy. Él ama a Dios con todo su corazón y con toda la fuerza y energía de su nus y su voluntad, ofreciendo su efjaristía=gratitud. El otro samaritano es aquel que demostró que amaba al prójimo como a sí mismo, es conocida la bella parábola que habla sobre él (Lc 10, 30-37).

…Prototipo o modelo de la pura y correcta agapi y gratitud a Cristo Dios es también el samaritano de la parábola de hoy.

….Samaritano es el ejemplo de agapi hacia el prójimo. Y samaritano también el ejemplo de la agapi hacia Dios. No es por casualidad este detalle queridos hermanos. Es una gran verdad, que el Cristo Dios recalca y ensalza en otros puntos del Evangelio. ¿Qué verdad? El que uno se encuentre en un ambiente bueno y esté rodeado de piedad, no significa que es un hijo auténtico de Dios. Lo demostraron hoy los nueve insensatos judíos. Al contrario, tal como muestra el caso del leproso samaritano, puede ser que fuera de este tipo de ambiente, fuera de estos que aparecen como escogidos de Dios encontremos verdaderos santos, son aquellos que saben corresponder con logos y hechos a la agapi de Dios.

 Georgios Sabidis – Metrópolis de Pafos Chipre

 

La terapia de los diez leprosos

 

1. Tal como Aquel quiere

13 «¡Jesús, Maestro, ελέησον ημάς eléison-nos o ten misericordia de nosotros!»

…Merece ver el modo que los leprosos pedían ayuda del Señor. No gritaban “Señor cúranos de la lepra”, sino «Κύριε, ἐλέησον ἡμᾶς Señor eléison-nos». Ten compasión, misericordia, caridad de nosotros. Tenemos esperanza en tu agapi y misericordia. Haz pues, lo que Tu quieras y como quieras. Esto revela la absoluta confianza de ellos al Señor, que fue manifestada a continuación también con la buena obediencia que hicieron a la sugerencia de Él, en ir a ser examinados por los sacerdotes para que sea certificada su sanación. Y por esta obediencia fueron recompensados. Encontraron otra vez la muy ansiada salud!

¡Cuántas cosas nos enseña el ejemplo de los diez leprosos…! Es muy importante aprender a confiar nuestras vidas a la Providencia de Dios, sin exigir lo que nosotros esperamos o consideramos como mejor. Existe una admirable oración que expresa exactamente esta actitud: “Señor, haz de mí que me convierta lo que Tú quieres y como Tú quieres, tanto si lo quiero como si no lo quiero”. ¡Confiemos pues, nuestras vidas a las manos de Dios y dejar que la dirija como Él quiere! Este es nuestro interés real.

2. Uno de los diez.

Por supuesto, es lamentable que sólo uno de los diez leprosos volviera a dar gracias al Señor. Y en nuestra vida cotidiana lamentablemente observamos la correspondiente analogía; la mayoría olvidan su benefactor y resultan más bien ingratos.

Pero no me voy a quedar en el lado negativo de la ingratitud, que está claro, no honra a los beneficiados. ¡Admiremos la flor de la gratitud que tiene tanta jaris y belleza! La gratitud muestra amabilidad, humildad, agapi y muchas más virtudes que se ocultan en la psique del hombre que las cultiva.

…Ocupémonos pues nosotros también a cultivar esta preciosa virtud de la gratitud. Seamos agradecidos a los que nos benefician. Los hijo hacia los padres, los alumnos a los maestros etc.

La correcta y perfeccionada oración no puede ser constituida sólo de peticiones sino que tiene que contener principalmente palabras de doxología y gratitud hacia el Señor. Y lo más importante: ¡Nuestra gratitud que sea manifestada de distintas maneras hacia al todo bondadoso Dios y Padre nuestro, al Cual debemos todo!

«Ο ΣΩΤΗΡ» El Salvador.

flag-1[1]5715e0_espana

Traducido por: χΧ jJ

Esta entrada fue publicada en Lecturas Evangélicas. Guarda el enlace permanente.

4 respuestas a Parábola de los diez leprosos

  1. jajajaja los hombres siempre salen con cuenticos y despues no salen con nada

  2. Guillermo Martín dijo:

    intentaré mejorar un poco el interesantisimo comentario de yeime, aunque es difícil:
    La enseñanza de los 10 leprosos, no habla sólo de que a veces los que creemos peores (en su época los samaritanos) son en realidad los mejores… tiene una lectura mucho más importante: Habla del egoismo, ingratitud, estupidez, engreísmo, fatuidad, impertinencia, mala educación, etc… de la mayoría de los hombres. Yo cada vez que me duelo por encontrar a alguién así, (casi todos los días), y caigo en la tentación de sentirme mal por ello, pienso enseguida (o intento que sea lo antes posible para dejar de sentirme mal), pienso….. joer Guillermo!!! no seas soberbio!!! o estupido!!!! como pretendes que la gente sea contigo diferente cuando al mismo Jesuscristo, de 10 personas a las que curó, 9 no se dignaron ni en decirle simplemente… GRACIAS!!!

  3. ADJL dijo:

    ¡Gracias a los dos por comentar Yeimi y Guillermo! es una lástima pero es así. La verdad es que me analizo y pienso: ¡que ingratos llegamos a ser a lo largo de nuestras vidas!, y lo que nos dice la parábola, «la gratitud muestra amabilidad, humildad, agapi y muchas más virtudes que se ocultan en la psique del hombre que las cultiva».

    «como pretendes que la gente sea contigo diferente cuando al mismo Jesuscristo, de 10 personas a las que curó, 9 no se dignaron ni en decirle simplemente… GRACIAS!!!»

    Que razón tienes Guillermo a veces también nos sentimos mal cuando no nos agradecen como debidamente quisiéramos, pero esto también es muestra de egoísmo. Para eso están las palabras eternas del Logos de Dios » Si el mundo os odia sabed que a Mí me ha odiado antes que a vosotros, si me persiguieron a Mí, también os perseguirán a vosotros..» Juan 15,18

    Podéis ver las últimas traducciones que tenemos en el nuevo blog.
    http://www.logosortodoxo.com/

  4. directionatica dijo:

    Me encanta esta parábola, es genial!! Enseña mucho y eso creo que es lo que deben aprender los jóvenes hoy en día. Ésta, el Hijo Pródigo y el Buen Samaritano son mis favoritas. El comentario que hizo Yeimi fue una total ignorancia, no puede ser que de estas parábolas no se enseñe nada!! Ésta lo que enseña es que si alguien hace algo por muchas personas, pocas deben ser las educadas que dan gracias por la acción.
    P.D: Tengo 12 años, y no pienso como todos los otros.

Replica a ADJL Cancelar la respuesta